Querido corazón, tú qué tanto me acomplejas y atormentas a esta hora de la noche delirando con temas que solo nos hacen daño.
Tú, que tan mal me haces sentir con tus conflictos de poeta enamorado y enfermizo haciéndome creer cosas que quizá no pasen.
Tú, que en medio de esta incertidumbre me ahogas con el pasado, que ya debería haber quedado atrás pero me lo recuerdas más y más, como una daga que te atraviesa por el pecho ¿Te gusta sangrar?
Sádico, como quién más. Envuelto en sabanas para intentar cortar la circulación e intentar descansar por ya no poder respirar.
Tú, que me estás haciendo caer al borde de la locura sentimental, volviendo tóxico y enfermizo algo tan puro como el amor.
Tú, que manejas al señor cerebro a tu antojo para hacerme imaginar los escenarios más desgarradores que puedas pensar… Estoy al borde de un precipicio lleno de demonios que solo quieren acabar conmigo y contigo.
No nacerá ni una frase tuya en mi epitafio a los veintiocho. Serán los mismos demonios que traten a punta de punza del cincel...
Querido corazón, por favor, déjame un poco de razón o si no de esta no voy a salir ileso. ¿Verdad que puedo ser feliz, corazón?
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