Volvía cada día de aquel fuego, dibujando cada paso desde aquella noche. Desde esa noche que gané al soberano o tal ves solo fue porque trato con desdén a mis palabras.
Dijo que me seria imposible ganarle, pero si perdí ¿Por qué despierto cada mañana en mi cama, veo hacer a mamá el desayuno y preparar para el colegio a mi hermana? Seguro todo eso fue una pesadilla.
Hoy en la mañana desperté como siempre, pero hoy en particular me sentía extrañamente triste y con un soledad, que como nunca vino. Y si sentirme solo es estar en paz, esta ves me molestaba estarlo.
Salí a la calle y la gente se comportaba de manera normal, mientras yo mirándolos de manera suspicaz, esperando interesado y que me ayude a recordar que no estoy soñando porque aquel epilogo sí me pareció real.
Camine por un rato, casi sentí que me había perdido, cuando vi la casa de mi madre. Toque la puerta varias veces; pero nadie abría, asi que decidí entrar.
La casa estaba algo empolvada, era yo quien solía limpiar por las mañanas, eso paso cuando decidí vivir fuera de casa. En la radio, en volumen bajo, sonaba la canción favorita de mi madre "yo no te pido la luna".
Me dirigí a su habitación y ahí estaba acostada en su cama, durmiendo. Había una copa llena de vino en el velador. Decidí no molestarla y salí del lugar. No veía a mi hermana, supongo que ya debe estar en el colegio.
Me sentí muy triste, esa mañana había despertado sintiéndome solo. Lo único que quería era charlar un poco con mi madre, pero no quería perturbar su sueño, ni preocuparla con mis tonterías.
Al salir a la calle, y entre tanta gente, a los que más notaba era a las personas que caminaban cabizbajos, supongo que también tenían un mal día.
Entonces una leve sonrisa se dibujo en mi rostro... ella. Iría a visitarla, de seguro eso me animaría, con sus ocurrencias seguro me alegraría el día.
No recuerdo nunca haber estado tan cerca de su casa; pero más rápido de lo que pensé, había llegado ahí. Me asome a una de las ventanas para ver si estaba, me asome y sí, la vi.
Ahí estaba ella, estaba besando a un hombre. Era un tipo que ni siquiera había visto en mi vida. Me llene de rabia y tristeza, me acerque y le pregunte porqué me estaba haciendo esto, le dije que la amaba, que la extrañaba; pero a ellos no les importo.
Actuaron como si no estará, mientras lentamente sus prendas despojaban. Solo intente calmarme, y con una leve sonrisa, me marcharía lleno de impotencia.
Salí de ahí corriendo, triste, casi rompo en llanto. Solo quería volver a casa, solo quería soñar de nuevo. Volví por el mismo camino, camino en el cual la gente cabizbaja aumentaba.
Llegué, llegué a mi fría cama, una dura almohada con diseños de mi nombre. Por fin estaba de nuevo en casa, por fin podre soñar.
Había sido un mal día; pero es solo eso, un mal día. Mañana lo intentare de nuevo, tal vez mañana ya no despierte triste, tal vez mañana si me escuchen, tal vez mañana mi epílogo acabe.
Dijo que me seria imposible ganarle, pero si perdí ¿Por qué despierto cada mañana en mi cama, veo hacer a mamá el desayuno y preparar para el colegio a mi hermana? Seguro todo eso fue una pesadilla.
Hoy en la mañana desperté como siempre, pero hoy en particular me sentía extrañamente triste y con un soledad, que como nunca vino. Y si sentirme solo es estar en paz, esta ves me molestaba estarlo.
Salí a la calle y la gente se comportaba de manera normal, mientras yo mirándolos de manera suspicaz, esperando interesado y que me ayude a recordar que no estoy soñando porque aquel epilogo sí me pareció real.
Camine por un rato, casi sentí que me había perdido, cuando vi la casa de mi madre. Toque la puerta varias veces; pero nadie abría, asi que decidí entrar.
La casa estaba algo empolvada, era yo quien solía limpiar por las mañanas, eso paso cuando decidí vivir fuera de casa. En la radio, en volumen bajo, sonaba la canción favorita de mi madre "yo no te pido la luna".
Me dirigí a su habitación y ahí estaba acostada en su cama, durmiendo. Había una copa llena de vino en el velador. Decidí no molestarla y salí del lugar. No veía a mi hermana, supongo que ya debe estar en el colegio.
Me sentí muy triste, esa mañana había despertado sintiéndome solo. Lo único que quería era charlar un poco con mi madre, pero no quería perturbar su sueño, ni preocuparla con mis tonterías.
Al salir a la calle, y entre tanta gente, a los que más notaba era a las personas que caminaban cabizbajos, supongo que también tenían un mal día.
Entonces una leve sonrisa se dibujo en mi rostro... ella. Iría a visitarla, de seguro eso me animaría, con sus ocurrencias seguro me alegraría el día.
No recuerdo nunca haber estado tan cerca de su casa; pero más rápido de lo que pensé, había llegado ahí. Me asome a una de las ventanas para ver si estaba, me asome y sí, la vi.
Ahí estaba ella, estaba besando a un hombre. Era un tipo que ni siquiera había visto en mi vida. Me llene de rabia y tristeza, me acerque y le pregunte porqué me estaba haciendo esto, le dije que la amaba, que la extrañaba; pero a ellos no les importo.
Actuaron como si no estará, mientras lentamente sus prendas despojaban. Solo intente calmarme, y con una leve sonrisa, me marcharía lleno de impotencia.
Salí de ahí corriendo, triste, casi rompo en llanto. Solo quería volver a casa, solo quería soñar de nuevo. Volví por el mismo camino, camino en el cual la gente cabizbaja aumentaba.
Llegué, llegué a mi fría cama, una dura almohada con diseños de mi nombre. Por fin estaba de nuevo en casa, por fin podre soñar.
Había sido un mal día; pero es solo eso, un mal día. Mañana lo intentare de nuevo, tal vez mañana ya no despierte triste, tal vez mañana si me escuchen, tal vez mañana mi epílogo acabe.