Que a veces marcha a paso vivo hacia tu vida, aunque perdido, recorriendo las calles de una ciudad adormecida. Oyendo el cantar de tus pasos unidos a los míos tratando de llenar de mi vida aquel vacío.
Te veo y me detengo, con la mirada presta para servir de suave alegría a tus desvelos. El corazón ya se me hace puro anhelo. Tensando mi ansiedad como una ballesta, preparada y apuntada a cumplir ese sueño
Recorro tu alrededor para sentirme amado, para poder acogerte una vez en mi regazo, para poder notar mi corazón echo pedazos, para poder sentir lo que es estar enamorado.
En el intimo hueco de tus delgados brazos, pudiendo ver tus ojos tan cerca de los míos. Esos tus ojos tan dulces, tan sinceros; por un rato, tan míos. Que miran y embelesan en tanto que te abrazo.
Marchamos a la vez por la escalera que nos lleva juntos al confín del universo. Allá donde se produce del amor la espera, mientras se da vida otros versos, que permanecen perdidos hasta que una alma los encaje en armonía que significa, como para mi tu nombre, para ellos una alegría.
Llegando al destino, una villa en el monte, perdida bajo la luz del pálido horizonte. Me tomas de los brazos y miras dulcemente, depositando un ósculo emocionado en mi frente.
Te pediría más, pero temo que con el nuevo día, tú te iras otra vez de mi lado dejándome otra vez vacío. Este instante sublime, no debe durar tanto, como para que tras tu marcha, llegue el llanto.
Yo no pueda pensar en ti como solía, cuando tanto de mi sinsentido amor te dedicaba, cuanto tanto cariño sin fin yo derrochaba. Porque esperaba estar contigo... algún día.
Y yo no quiero reprocharte el echo que no me quieras, ni siquiera por irte en cuanto estas a mi lado. Si es un rostro de disgusto que nace desde tus labios. Pienso que tal vez aguardas en el lado equivocado
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