lunes, 7 de mayo de 2018

A la luz de Luna 🌂


Pequeño, dices ser, raperito amable y pobre poeta de mirada inquieta. Que comienza a escribir, de cualquier modo, de la nada igual que un dios, un todo.

Que acaba de romper un deseo, tal vez por débil o porque simplemente no era lo correcto.

Ahora te veo echado en cama con una mano en la quijada apoyando la cara y la otra escribiendo pensamientos de lo ocurrido o mejor dicho de lo no echo.

No lo viste venir, ni llamo a la puerta. Las acciones corrieron cual viento, solo con voces de consciencia.

...

¿Quién controla los sentimientos? porque no soy yo ¿ Quiénes lo dominan? Como la luna a las olas y las olas al viento, como el viento a la arena y la arena a los cuerpos, como tu cuerpo a la gente y la gente al mundo entero.

Quien tiene poder a esa luna; tan hermosa, tan única, deja tan elegante a un cualquiera que camine bajo su luz. Dueña de la noche, dueña de bajas historias de muerte y paranoia, dueña de tantas canciones, cuentos y poemas sobre tu cielo. Das descanso a la mitad,trayendo soledad y paz, sobre todo esa brisa fría que me hace suspirarte.

No te pensaría tanto, luna; pero fue la única imagen que me acompaño camino vuelta a casa.

Era un señorita en el sillón  de su sala. Me invito un trago y lo acepte sin rodeos, ni agradeciendo, sin preguntas y desganado.

Todavía una casi desconocida. Me contó anécdotas de su vida, me sentía presionado a responder con un falso encanto.

Entre algunas risas mi confianza a ser tonto aparecía, entre frases se le oía "ven conmigo un rato".

Se arrastra el cabello como una cascada que reposa en las rocas. Aumenta de ella un olor a rosas mientras más se apronta.

Vestía una umbría de sea roja. Sus muslos, como la tarde, van de la luz a la sombra gracias a la luna.

Veo consumir su boca, la manera en la que muerde. Mira la mía con sus ojos delineados, ojos que los sentía sin amor y con deseos de una simple tentación.

Va a mi por la mordida suave, a rasgar las venas de mi cuello como algún animal salvaje. Profana mi pecho, la impericia de un roce, de una caricia.

Se liberan sus hombros, se veía tan dulce esa intima piel suave.

Se adelanta con el regreso de esa ternura inocente desterrado, tan evadido por desilusiones anteriores.

Parece que me conozco mejor cuando me besa. Mientras yo, sentado, no sé como decir que pare.

Tal vez molesta por mi reacion tarde; me dice que tiene los pechos rendidos de esperarme, que le duelen los ojos de estar todavía vació de mi cuerpo.

Pareciera ella deshabitada de carne; pero apenas su sombra la delata, dice que apenas es cierta.

Si en serio me quiere, creo que yo la quiero también. Podemos crecer juntos, podemos antes conocernos mejor. ¿No quera ser amiga? necesito hablar por voz.

Soy de los que piensan que la amistad no tiene valor en la vida; mas bien es una de esas cosas que dan valor a la vida.

-"Juan, me das tanta gracia"- Me dejo al decir esto con esas simples intenciones claras -"Puta, tú me haces vomitar"

Con esas mismas caderas sale de la fuga. Juega sus juegos, dice varios nombres y me presenta como un conocido más con quien sale. No me conoce.

Alguien se sintió ofendida, tal vez fue por la luna y su noche que no vi esas intenciones.

Quizás nos conozcamos algún día, quizás la ame un día. Tal vez era yo y algún temor.

Me sentí a la altura de la luna al caminar de regreso a casa, le comente a ella, le dije como me causo tanta gracia.





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